Objetivos del Buen Vivir: ¿el movimiento del péndulo de la «libertad» hacia la seguridad?

Primera parte del artículo: https://audsongweb.wordpress.com/2020/05/18/los-objetivos-del-buen-vivir-una-alternativa-a-la-alternativa/

Segunda parte del artículo: https://audsongweb.wordpress.com/2020/05/28/del-antropoceno-y-sus-soluciones-modernas-la-agenda-2030/

“Hace cien años, la historia humana solía representarse como un relato sobre el progreso de la libertad. Ello implicaba, en gran medida a la manera de otros relatos populares semejantes, que la historia se orienta de forma sistemática en la misma e inalterada dirección. Los recientes cambios del humor público sugieren otra cosa[…]En los tiempos de Freud y sus escritos, la cosa más común era el déficit de libertad; sus contemporáneos estaban dispuestos a renunciar a una porción considerable de su seguridad a cambio de que se eliminaran las restricciones impuesta a sus libertades. Y finalmente lo lograron. Ahora, sin embargo, se multiplican los indicios que cada vez más gente cedería de buen grado parte de su libertad a cambio de emanciparse del aterrador espectro de la inseguridad existencial”.

-Zigmunt Bauman

Zigmunt Bauman, un sociólogo muy importante, ganador del Premio Príncipe de Asturias, en su libro “El retorno del péndulo”, el cual analiza el futuro de las sociedades al entablar un diálogo entre la sociología y el psicoanálisis, menciona que la civilización prometida por la modernidad es el reflejo de la “exaltación de un paradigma que, a cambio de nuestra alma, ofrece una seguridad tan imposible como mentirosa”. (Dessal & Bauman , 2014, pág. 26) Bauman habla sobre un péndulo con dos extremos, la libertad y la seguridad, en el cual nuestras sociedades se van moviendo de acuerdo con los cambios sociales, políticos, económicos y culturales.

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El sociólogo polaco, en muchas de sus obras habla sobre los grandes cambios que la sociedad ha sufrido en su estado “líquido”, en el que “las realidades sólidas de nuestros abuelos, como el trabajo y el matrimonio para toda la vida, se han desvanecido […] y han dado paso a un mundo más precario, provisional, ansioso de novedades y, con frecuencia, agotador.”  (Barranco, 2017) Bauman demuestra cómo la gran promesa de la felicidad hecha a la historia por medio del progreso moderno, ha causado grandes daños colaterales que la han superado, y que están moviendo el péndulo de nuestras sociedades de la «libertad» a la seguridad. (Dessal & Bauman , 2014, pág. 27)

El movimiento del péndulo hacia la seguridad se debe a que, como ya hemos visto en las anteriores partes de este artículo de opinión, a pesar de todos los avances científicos y tecnológicos de la Modernidad, vivimos una crisis multidimensional de grandes proporciones que representa una amenaza existencial a la humanidad y a la naturaleza. En las anteriores partes también hemos analizado alternativas como el desarrollo sostenible y en específico la Agenda 2030 de la ONU, que se han creado dentro de la Modernidad para responder a las consecuencias de sus mismas contradicciones. 

A partir de ello, también revisamos corrientes del conocimiento como la teoría decolonial, que han buscado enfrentar las contradicciones del proyecto moderno desde su raíz. Además, tambien revisamos la propuesta de la “transmodernidad”, la cual busca trascender tales contradicciones y generar alternativas más inclusivas con todas las personas del mundo. En ésta, la tercera y última parte del artículo, te voy a presentar el Buen Vivir como alternativa al desarrollo sostenible moderno, y los Objetivos del Buen Vivir (OBV) como alternativa a la Agenda 2030.  Vamos a analizar sus grandes potencialidades, las críticas que se puede hacer de ellos y al final haré una reflexión sobre el estado de crisis actual en general.

El Buen Vivir y los OBV

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El Buen Vivir puede ser definido como: «una forma de vida en armonía con uno mismo (identidad), con la sociedad (equidad) y con la naturaleza (sustentabilidad)» (Hidalgo-Capitán y Cubillo-Guevara, 2017). Se trata de un concepto que busca hacer frente al discurso [1] del desarrollo sostenible, el cual, como ya te había demostrado en la segunda parte de este artículo, a pesar de sus avances en cuestión ambiental, sigue legitimando relaciones de poder entre el Norte y el Sur Global, entre los civilizados y los “incivilizados”, entre Occidente y otras regiones del mundo.

El Buen Vivir es un concepto que proviene de los pueblos kiwcha de la Amazonia ecuatoriana. Desde los años 90 en los que la ONU propuso el desarrollo sostenible como alternativa al desarrollo moderno, la Organización de los Pueblos Indígenas del Pastaza (OPIP) expresó su inconformidad en el “Plan Amazanga”. En ese documento propusieron el Buen Vivir, con fundamento biocéntrico, como una visión alternativa a la visión antropocéntrica y economicista del desarrollo sostenible.

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A diferencia de cualquier tipo de desarrollo que conozcamos hasta ahora, el Buen Vivir no opta por el crecimiento económico y consumo continuos para obtener el bienestar social generalizado, pues sus creadores consideran que, en el capitalismo, “muchos tienen que vivir mal para que unos pocos vivan bien (para asegurar las desmedidas demandas de consumo y despilfarro del Primer Mundo tiene que haber un Tercer Mundo que aporte materias primas y mano de obra barata)”. (Chato, 2011)

En el Buen Vivir se habla de equilibrio, de poner en el centro del bienestar social a la comunidad, de dejar de lado el individualismo. Estoy seguro de que si ya conocías ese concepto lo asociabas únicamente con comunidades indígenas o rurales, pero en ciudades también se está llevando a cabo desde mecanismos como mercados de comercio justo, búsqueda de espacios comunes, asambleas de barrio, bancos de tiempo, huertos urbanos, entre otras prácticas cada vez más comunes. Esto, debido a que se trata de un “concepto completamente dinámico, adaptable, en constante resignificación, transversal, complejo, no lineal, históricamente construido, intercultural, que llama a reflexionar y que, además, no tiene dueños, debido a que nos habla de recrear la vida en toda su complejidad”.  (Romero Gutierrez, 2016, pág. 183)

Eduardo Gudynas, un experto en sustentabilidad, predijo la creación de mecanismos más grandes basados en el Buen Vivir desde 2011, pues mencionó que se «está avanzando hacia una situación donde deberá desembarazarse del prefijo “desarrollo”. Es posible que esto esté sucediendo en este momento en América del Sur bajo las intensas elaboraciones sobre el concepto de «Buen Vivir» como alternativa a la ideología del progreso, en un esfuerzo que busca salir de la Modernidad occidental y que se nutre tanto de los elementos que provienen de las cosmovisiones de distintos pueblos indígenas como de las tradiciones contestarias y marginalizadas que, dentro del pensamiento occidental, han denunciado una y otra vez la obsesión con el crecimiento económico.» (Gudynas, 2011, pág. 93)

Lo escrito por Gudynas es exactamente la descripción de los Objetivos del Buen Vivir (OBV), los cuales trasladaron el Buen Vivir desde un concepto local hacia una alternativa internacional a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU. Los OBV surgieron en 2019 partir de un diálogo entre la comunidad académica iberoamericana (en especial de Latinoamérica) que apoya el proyecto de transmodernidad. Sus creadores, en su documento fundacional, mencionan reiteradamente que su objetivo no es interferir con la implementación de la Agenda 2030, sino generar una discusión entre la Academia, movimientos sociales y distintos colaboradores internacionales para la construcción de una Agenda alternativa post-2030 con objetivos que se dejaron de lado en la construcción de los ODS por la presencia de distintas relaciones de poder inmersas en el discurso del desarrollo sostenible.

Objetivos del Buen Vivir

Además del diálogo académico, los OBV se generaron por una consulta en línea entre distintos actores sociales relevantes de 20 países distintos. Los OBV, como una propuesta alternativa para el bienestar de la humanidad, en su lógica transmoderna e intercultural, ponen a dialogar saberes tradicionales, como el ya mencionado Buen Vivir proveniente del Sur Global, con saberes modernos, como la propuesta de decrecimiento del Norte Global. El decrecimiento es un tanto controversial, pues buscar lograr una sustentabilidad ambiental acorde con los límites biofísicos de la Tierra a partir de la completa transformación del modelo económico. El decrecimiento considera que la generación de riqueza convencional a partir del crecimiento económico necesariamente trae devastación ambiental, por lo que propugna “producir, acumular y consumir menos para vivir bien”. (Hidalgo-Capitán y Cubillo-Guevara 2016, pp. 93-94)

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Los autores de los OBV, a pesar de que asumen “que la Agenda 2030 supone un avance significativo para contribuir al bienestar de la humanidad respecto de las anteriores agendas del desarrollo y la cooperación internacional, en especial en materia ambiental“ (Hidalgo-Capitán, García-Álvarez, Cubillo-Guevara, & Media-Carranco, 2019, pág. 13) , la cuestionan y proponen trascenderla por todas sus limitaciones y contradicciones. La principal diferencia entre los ODS y los OBV, es que los primeros están enmarcados en el desarrollo sostenible que ya explicamos, y los segundos en el llamado “transdesarrollo transmoderno”, que en palabras de los autores se trata del:

“bienestar que persigue la satisfacción de las necesidades materiales e inmateriales de la sociedad por medio de un proceso de participación en el que se decidan, bajo los principios de equidad social y sostenibilidad ambiental, cuáles son dichas necesidades y qué medios deben emplearse para satisfacerlas” (Hidalgo-Capitán y Cubillo-Guevara 2016, p. 67).

Los ODS y en general el desarrollo sostenible como ya habíamos analizado, están enmarcados en un enfoque antropocéntrico, en el cual la prioridad es el ser humano, y en específico el individuo; mientras  que los OBV y en general el transdesarrollo transmoderno tienen un enfoque biocéntrico, en el cual la principal prioridad es la naturaleza, la segunda es la sociedad en su conjunto y la tercera el individuo. (Hidalgo-Capitán, García-Álvarez, Cubillo-Guevara, & Media-Carranco, 2019, pág. 28) De esta manera, los OBV trascienden los tres ámbitos que conforman el desarrollo sostenible (el ambiental, el social y el económico), así como las cinco esferas de las cuales se desprenden los 17 ODS (planeta, prosperidad, personas, paz y alianzas). En el caso de la propuesta del Buen Vivir, sus tres principales esferas son las que dan nombre a los tres principales objetivos generales: sostenibilidad biocéntrica, equidad social y satisfacción personal, de cada una de las cuales se desprenden 7 OBV específicos.

La sostenibilidad biocéntrica se refiere a la armonía entre los seres humanos y la naturaleza; la equidad social a la armonía entre todos los seres humanos; y la satisfacción personal a la armonía al interior de cada uno de los individuos. Dentro del primer OBV, sostenibilidad biocéntrica[2], se busca la adaptación de la especie humana a la biocapacidad del planeta, el cuidado de la biodiversidad, y la eliminación de la concepción moderna de la naturaleza como un recurso, para considerar otras concepciones que se dan en distintas culturas sobre ella, en las cuales se le considera por sus valores religiosos, culturales o estéticos.

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A partir del OBV de sostenibilidad biocéntrica hay 7 que se derivan de él. Estos son: el 1.1, cuidado de ecosistemas; el 1.2, economía sostenible; el 1.3 extracción sostenible; el 1.4, transiciones por el clima; el 1.5, derechos de la naturaleza; el 1.6, economía circular; y el 1.7, hábitats óptimos. Se trata de la equivalencia a los ODS relacionados con la esfera de planeta. Te voy a mostrar algunas diferencias entre los ODS de planeta y los OBV de sostenibilidad biocéntrica.

El ODS 11, Ciudades y comunidades sostenibles, tiene su equivalencia con el OBV 1.7, hábitats óptimos. El ODS 11 considera a las ciudades como “hervideros de ideas, comercio, cultura, ciencia, productividad, desarrollo social” (ONU, 2020), que han permitido prosperar a millones de personas, por lo que se busca mantenerlas “de manera que se sigan generando empleos y siendo prósperas sin ejercer presión sobre la tierra y los recursos”.  (ONU, 2020)

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En cambio, el OBV 1.7, hábitats óptimos, considera a las ciudades como hábitats, por lo que busca planificarlas conforme a la capacidad de carga de los ecosistemas, pues más allá de su función económica, pone en el centro de importancia a la conservación de la naturaleza. De esta manera, mientras que en el ODS 11 no se considera el tamaño de las ciudades, en el OBV 1.7 sí, pues busca reducir la huella ecológica de cada ciudad, por lo que propone dispersar a la población a distintos núcleos urbanos o rurales dependiendo de los límites biofísicos terrestres.

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Lo anterior es un ejemplo del movimiento del péndulo desde la llamada “libertad” prometida por el sistema moderno hacia la “seguridad”, pues de ser aplicado tal OBV, la movilidad hacia las ciudades estaría regulada para evitar mayor contaminación y efectos adversos al medio ambiente. Aunque eso yo lo interpreto de otra manera, pues la mayoría de la gente que emigra a las ciudades no lo hace por “libertad”, sino por necesidad de buscar seguridad económica. Considerando lo anterior, no suena tan descabellado tal regulación, no solo por los aspectos ambientales, sino también porque sería una forma de estimular el desarrollo local de las regiones de las que provienen la mayoría de las personas que emigran a las ciudades.

Otro ejemplo de una diferencia fundamental entre los ODS y los OBV de planeta y sostenibilidad biocéntrica es entre el ODS 12, consumo y producción sostenibles, y los OBV 1.2, economía sostenible, y el 1.6, economía circular.  El ODS 12 busca “hacer más y mejores cosas con menos recursos” a través de “un enfoque sistémico [..] que logre […] la cooperación entre los participantes de la cadena de suministro, desde el productor hasta el consumidor final”. (ONU, 2020) Esto suena muy bien, sin embargo, más allá del componente ambiental de dicho ODS, existe un componente ético muy importante, pues plantea restricciones morales que toman como principal agente de cambio a los individuos sin importar su entorno socioeconómico, cuando quienes hacen el mayor daño ambiental en las cadenas suministro son entes como las empresas, y existen grandes desigualdades en los niveles de consumo entre las personas más ricas y pobres del mundo.

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Contrario a culpabilizar al individuo y al consumidor, el OBV 1.2, economía sostenible, tiene un enfoque sistémico, en el cual se traslada la culpa del desgaste ambiental al sistema económico en general, por lo que opta por limitar el sistema de producción, consumo y trabajo para generar un menor desgaste de los recursos naturales. Es así como se toma en cuenta metas como poner fin a la obsolescencia programada o transformar los patrones de trabajo para así también otorgar mayor disponibilidad de tiempo a las personas. 

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Obsolescencia programada

La economía circular busca tener una mejor gestión de los recursos y los residuos a partir de la utilización de materiales biodegradables en los insumos de producción, así como el alargamiento de la vida útil de los productos. Esto es algo fundamental para tener una producción y consumo verdaderamente sostenibles, y si bien se considera importante en los debates de implementación del ODS 12, existe un OBV completamente dedicado a ello (el 1.6).   (Hidalgo-Capitán, García-Álvarez, Cubillo-Guevara, & Media-Carranco, 2019, pág. 32)

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El segundo OBV, equidad social[3], busca reducir todo tipo de desigualdades entre todos los habitantes del planeta, así como compensarlas al reducir todo tipo de brechas (de capacidades, oportunidades y bienestar). A su vez hay otros 7 OBV derivados de él; estos son: el 2.1, producción local; el 2.2, soberanía alimentaria; el 2.3, democracia participativa y pacífica; el 2.4, progresividad fiscal; el 2.5, economías alternativas; el 2.6, regulación de mercados; y el 2.7, discriminación positiva. El OBV 2 se puede comparar con las esferas de paz y prosperidad de los ODS.

Ambas propuestas tienen visiones económicas muy distintas. Mientras que por ejemplo, en el ODS 8, crecimiento económico y trabajo decente, se propone la erradicación de la pobreza, la desigualdad y el desempleo por medio de la inversión y la estimulación del mercado; en los OBV, esto se busca hacer desde distintos objetivos con una visión más «keynesiana» de la economía. Uno de ellos es el OBV 2.1, producción local, que busca fomentar la producción local a partir de cadenas cortas de valor, las cuales apoyen el comercio justo de productos de cercanía y temporada, respeten los ciclos naturales y aporten a la reducción de la pobreza y desigualdad de comunidades rurales.

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En muchos mercados podemos encontrar ejemplos de producción local

Otro OBV relacionado es el 2.6, el cual propone la regulación de mercados en todos los niveles para evitar oligopolios que fomenten más desigualdades. Finalmente, uno de los OBV más novedosos de ésta rama, el 2.5, economías alternativas, busca apoyar esquemas de gestión de producción, distribución y consumo de bienes y servicios, alternativos a la racionalidad utilitarista del mercado, como  “el trueque, las redes de intercambio local, los bancos de tiempo, los bancos de alimentos, el autoconsumo, el trabajo familiar, colaborativo, comunitario, doméstico y voluntario.” (Hidalgo-Capitán, García-Álvarez, Cubillo-Guevara, & Media-Carranco, 2019, pág. 41) Se busca que todos esos mecanismos generen una distribución de la renta y la riqueza más equitativa.

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El trueque fue un método generalizado de intercambio de bienes y servicios en el México prehispánico. Un ejemplo de ello lo tenemos en un mural de Diego Riviera en el Palacio Nacional de la Ciudad de México

Dos OBV que considero muy controversiales de este bloque son el 2.7, discriminación positiva, en el cual se busca seguir el limitarianismo como ética de las políticas públicas para incrementar las capacidades y oportunidades de personas desfavorecidas a partir de la reducción de “ingresos y el bienestar final de las personas más favorecidas” (Hidalgo-Capitán, García-Álvarez, Cubillo-Guevara, & Media-Carranco, 2019, pág. 52); y el 2.4, progresividad fiscal, que, entre otras cosas, busca la redistribución de la renta de los mercados nacionales e internacionales a partir de una renta básica universal a todos los ciudadanos. Son muy controversiales porque se busca que el limitarianismo no solamente sea regidor de la ética pública, sino también personal, de manera que se habla sobre expropiaciones de riqueza a los multimillonarios para así tener una repartición de la riqueza entre todos los ciudadanos y sobre la eliminación de los llamados paraísos fiscales.

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La eliminación de los paraísos fiscales implicaría una regulación internacional que se aplicaría a cada uno de los países de éste mapa. Fuentes: Reuters.

Un OBV que considero más que fundamental del apartado de equidad social es el 2.3, democracia participativa y pacífica, que tendría su equivalente en el ODS 16, Paz e Instituciones Sólidas. En dicho OBV se busca generar una pluridemocracia basada en el diálogo entre culturas, en la cual se tome en cuenta distintas visiones del mundo, y la cual se adapte a cada contexto social. Se busca brindarle justicia a todos aquellos pueblos, comunidades y minorías invisibilizadas por el progreso moderno, y verdaderamente contemplarlos para la toma de decisiones en sus contextos.

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Finalmente, tenemos el último OBV, satisfacción personal[4], el cual busca reducir la brecha de satisfacción en los distintos contextos culturales del mundo al mejorar aspectos de la vida de las personas como la salud o la educación. De él se derivan los últimos 7 OBV. Estos son: el 3.1, interculturalidad; el 3.2, identidades diversas; el 3.3, educación contextual; el 3.4, vida sencilla; el 3.5, espiritualidades; el 3.6, plurinacionalidad; y el 3.7, salud integral. Podemos considerar el OBV 3 como equivalente a la esfera de personas y alianzas de los ODS.

Una comparación entre la visión de los ODS y la de los OBV puede ser en el tema de la educación. En el ODS 4, se habla sobre “educación de calidad”, una educación que nos prepare para el mundo moderno actual, en la cual podamos “desarrollar soluciones innovadoras a los problemas más grandes del mundo” (ONU, 2020). En el ODS 4, excepto en su meta 4.7, se habla acerca de una educación proveniente del proyecto moderno, con conocimientos técnicos que en muchos casos dejan de lado la esfera social y humanísticas del conocimiento, las cuales son muy importantes para hacer frente a los retos de la crisis civilizacional en la que vivimos. De acuerdo con Boaventura de Sousa Santos, el seguir este modelo nos ha hecho ignorantes especializados. (Sousa Santos, 2014)

En este sentido, los autores de los OBV mencionan que la educación considerada “de calidad” en los ODS busca una cualificación en realidad con fines, en muchos casos, únicamente económico-laborales. Contrario a esto, el OBV 3.3 propone una educación contextual y una alfabetización funcional al medio, la cual tome en cuenta las particularidades interculturales de cada contexto, las capacidades de cada persona, y las identidades étnicas, religiosas y de género, para brindar una educación que le permita a cada individuo adaptarse a su medio.

Otro OBV muy interesante derivado del de satisfacción personal es el 3.1, interculturalidad, el cual busca reconocer y respetar identidades étnicas y prácticas culturales, el diálogo entre ellas e incluso su hibridación. Algo que se deriva de este OBV en específico para enfrentar los actuales problemas de migración en todo el mundo, es la generación de un derecho de movilidad transfronteriza. (Hidalgo-Capitán, García-Álvarez, Cubillo-Guevara, & Media-Carranco, 2019, pág. 43) Además, se propone la creación de derechos mínimos de ciudadanía universal. Similar a esas dos propuestas, en el OBV 1.5, se propone generar una Declaración Universal de los Derechos de la Naturaleza en la cual se pueda proteger a todos los seres vivos y ecosistemas de los abusos de la humanidad, y se los deje de ver en términos utilitarios, para comenzar a reconocer sus valores intrínsecos.

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Además de esto, se propone crear tribunales de justicia nacionales e internacionales para proteger tanto los derechos de ciudadanía universal como los derechos de la Naturaleza. Lo que puedo decir con respecto a esto es que, aunque a mi parecer es una propuesta muy interesante, se requiere mucho más que buenas intenciones, pues se necesita todo un diálogo multidisciplinario, en especial con profesionales de las Ciencias Sociales y Humanidades, ya que, por ejemplo, se tendrían que hacer muchos cambios en el Derecho Internacional, además de una reforma profunda a la ONU y en general a la forma en la que funciona en sistema jurídico internacional.  

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En Bolivia, por ejemplo, dentro de su Constitución están reconocidos los Derechos de la Naturaleza o de la «Pachamama»

Finalmente, considero que otro de los aspectos fundamentales de los OBV, específicamente del OBV 3.5, es el de espiritualidades, una esfera del desarrollo o el buen vivir (como le queramos llamar) individual un tanto olvidada. De acuerdo con Bauman, la modernidad ha buscado dejar de lado “el conjunto de relatos, creencias, rituales e ideologías que conformaron un orden simbólico suficientemente denso como para mantenernos a cierta distancia del horror que habita en nosotros mismos“ (Dessal & Bauman , 2014, pág. 27). El psicoanálisis nos habla sobre las pulsiones y los deseos inconscientes que son motor del sufrimiento humano, ese horror del que Bauman habla.

En este sentido, con riesgo a equivocarme por no ser experto, y citando al psicoanalista Gustavo Dessal, te mencionaré una breve explicación de algunos postulados del psicoanálisis. Este propugna, en términos sencillos, que existe un vacío inaugural y una infelicidad originaria en todos los seres humanos, la cual es causa del deseo, un deseo que “no se contenta jamás con su objeto” (Dessal & Bauman , 2014, pág. 61). Esto quiere decir que ese deseo nunca va a estar conforme con lo que cada persona utilice para saciarlo. Por ello, la espiritualidad siempre ha sido fundamental para la humanidad, pues provee una constante fuente de esperanza ante tal vacío e infelicidad.

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La Modernidad ha buscado la emancipación del ser humano de tal espiritualidad para buscar el progreso principalmente en términos materiales. De ahí que en muchos casos se buscado hacer frente a tal infelicidad originaria por medio del consumo masivo, el cual entra “en sintonía con el objeto inconsciente que opera como causa de nuestros deseos […] con la promesa de una satisfacción cuyas características son específicas e inconscientes en cada sujeto” (Dessal & Bauman , 2014, pág. 66).

Por ello, Dessal menciona que “si el capitalismo ha logrado perpetuarse hasta ahora, es porque su modelo económico ha logrado captar en su provecho los mecanismos de la subjetividad” (Dessal & Bauman , 2014, pág. 61). Esa explicación me hace mucho sentido al tratar de explicar por qué dicho modelo económico, a pesar de tener dinámicas de depredación natural y de creación de desigualdades descomunales, ha logrado prosperar y adaptarse a lo que de acuerdo con el psicoanálisis es la subjetividad humana, y con ello ha generado un status quo en el que muchas personas prefieren quedarse en su zona de confort en lugar de comenzar a generar acciones para enfrentar la crisis multidimensional en su entorno.

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Te recomiendo la animación de «Happiness», de Steve Cutts, que demuestra lo que el capitalismo nos vende como «felicidad».

Las espiritualidades, todos aquellos relatos, creencias y rituales que Bauman tipifica como fundamentales para dotar a las personas de un significado de vida alejado de las dinámicas depredadoras del consumismo que se nos plantean como “el camino a la felicidad”, son de suma importancia para el equilibrio entre la subjetividad humana y la lucha por un Buen Vivir en todo el mundo, son un pilar para tener armonía en nosotros mismos y con la naturaleza. Y no me malinterpreten, no se trata de dejar de lado la laicidad en todos los Estados que se practica o de dejar que las religiones influyan cada vez más en la ciencia y la política, sino de institucionalizar en todo el mundo la convivencia armónica entre religiones, “de tal manera que unas no se impongan sobre otras y todas las personas adultas puedan elegir, y cambiar, libremente sus creencias religiosas, espirituales, agnósticas o ateas, así como educar a sus hijos e hijas en ellas, al margen de la educación reglada.” (Hidalgo-Capitán, García-Álvarez, Cubillo-Guevara, & Media-Carranco, 2019, pág. 46)

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Críticas a los OBV

Una vez que analizamos las potencialidades de los OBV es momento de analizar sus críticas. Una de las críticas, en la que no voy a ahondar mucho porque no es el objetivo del artículo, es en general a todo el enfoque de la transmodernidad. Se trata de una crítica filosófica y sociológica a sus planteamientos. Por ejemplo, Pablo Mériguet, menciona que “la característica del ‘proyecto’ moderno es la crítica de sus propios mecanismos de nacimiento y desarrollo sin doctrinas absolutorias. Un verdadero crítico de la Ilustración no tiene más opción que ser un crítico ilustrado.” (Mériguet, 2019) En este sentido, se crítica a la transmodernidad como una «doctrina absolutoria», y se considera que en realidad no trasciende la Modernidad, sino que está dentro de ella, pues es un proyecto nunca inacabado.

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Si quieres saber más sobre el debate entre Modernidad y Transmodernidad, te recomiendo leer a Enrique Dussel

Sea como sea, y más allá de discusiones filosóficas sobre la transmodernidad, pienso que si lo que con ella se busca es trascender las contradicciones modernas para una transformación que realmente ataque las causas de raíz de nuestra crisis civilizatoria, y de la crisis ambiental a la que hemos sometido a nuestro planeta, no podemos desechar las soluciones modernas como el desarrollo sostenible, sino que debemos reconocer los avances que han existido gracias a ellas, e incluso a partir de ellas trabajar para hacer posibles nuevas opciones de emancipación.

En ese sentido, mi crítica al documento de los OBV es que los autores hablan de la Agenda 2030 como un total “maldesarrollo insostenible”, lo cual a mi parecer invalida todos los esfuerzos que se están llevando a cabo por lograr un mayor bienestar de la sociedad y del planeta a partir de los ODS, y no me refiero a los “esfuerzos” gubernamentales o del sector privado, sino de la misma sociedad civil. Hay muchos proyectos alineados a la lógica del Buen Vivir, que están tomando como referencia los ODS para poder obtener apoyo técnico y económico para su implementación, pues es la única opción que el sistema les brinda. El clasificar como maldesarrollo sostenible dichos esfuerzos desde una perspectiva academicista, lejos de invitar a las personas interesadas en el desarrollo sostenible y en muchos casos en alternativas a él como el Buen Vivir, a hacer un cambio, tiene un efecto contrario, pues hasta cierto punto los culpabiliza de aspectos estructurales que los superan.

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Ejemplo de un evento que conjunta las dos visiones

Otra crítica muy específica que puedo hacer sobre los OBV es hacia el postulado del decrecimiento. Autores como Gudynas mencionan que el decrecimiento no puede ser completamente aplicado en países que tienen gran parte de su población en situación de pobreza. Desafortunadamente en el sistema económico globalizado e interconectado en el que vivimos, a menos que de verdad se generará un esfuerzo por llevar a cabo un decrecimiento en todo el mundo, o se diera un reparto de la riqueza justo, sería plausible aplicar tal proceso en países que tienen mucha población con grandes necesidades materiales, la cual requiere del crecimiento económico para consumir de bienes y servicios necesarios para su supervivencia.

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En este caso no se trata de satanizar el decrecimiento y adorar al crecimiento económico, sino de analizar opciones adaptadas a las realidades nacionales, que en el caso de países del Sur Global como los latinoamericanos[5], puede consistir en un reordenamiento total de su economía para un mejor reparto de la riqueza y una ampliación de la infraestructura de saneamiento, educación o salud, que permitiría tener mayor equidad social. (Gudynas, 2011, pág. 89) Para esto, los ODS pueden ayudar provisionalmente desde el ODS 10, Reducción de las Desigualdades, el cual plantea metas como lograr el crecimiento de los ingresos del 40% más pobre de la población de cada país, garantizar igualdad de oportunidades ante la ley y generar políticas de protección social.

Algo que también me causa ruido con respecto a los OBV es su idealismo en el limitarianismo, reflejado en distintos OBV, como el 3.4, vida sencilla, el cual menciona que es necesario promover el minimalismo para optar por una sobriedad y simplicidad voluntaria en la que únicamente satisfagamos las necesidades fundamentales de acuerdo con nuestros contextos territoriales.

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En el OBV 3.5 se menciona que «deben reconocerse, respetarse y fomentarse los diversos
estilos de vida sencilla (minimalismo) […] entre ellos, la vida en comunidades religiosas
cristianas de gente sencilla (amish, menonitas, cuáqueros…)».

Gustavo Dessal menciona que: “si los seres humanos se conformasen con los objetos de la necesidad, o dicho de otra manera, si los seres humanos solo estuviesen regidos por los rigurosos imperativos de la necesidad, el capitalismo sencillamente no habría podido existir. Si existe, es gracias a que se dedica a la fabricación masiva de objetos cuya virtud fundamental consiste en entrar en sintonía con el objeto inconsciente que opera como causa de nuestros deseos”. (Dessal & Bauman , 2014, pág. 66).

Y es que de verdad concuerdo con que existe una desigualdad descomunal en el capitalismo que estructuralmente no permite una equidad social, con que muchas veces solamente consumimos por ansiedades en lugar de necesidades y con que el sistema económico ha creado nuevas necesidades en cada uno de nosotros. Para la reducción de desigualdades apoyo en demasía el OBV de progresividad fiscal, y entrando en términos más psicoanalíticos sobre nuestro consumo individual, apoyo el OBV sobre espiritualidades, por lo que no critico para nada el estilo de vida de las comunidades que adoptan el minimalismo por razones religiosas.

Sin embargo, pienso que, si bien la espiritualidad puede ser un aspecto importante para la vida de los seres humanos, no creo que sea la única salida a los vacíos existenciales que aquejan a muchas personas que buscan llenarlos con consumismo, y que no estarían dispuestas a vivir una “vida sencilla” en minimalismo y a satisfacer únicamente sus necesidades básicas. Y es que “el buen vivir es diferente a la felicidad proclamada e incluso, medida por el capitalismo” (p. 188), y también he pensado que al haber crecido en tal sistema me cuesta trabajo imaginar nuevas realidades.

Sin embargo, más allá de mi contexto personal, creo fundamental un nuevo diálogo académico, esta vez de forma más multidisciplinaria, que incluya a personas que estudien la subjetividad humana, como psicólogos, psicoanalistas e incluso personas que estudien humanidades, para generar mecanismos que vayan acorde a ella y que puedan reemplazar la forma en la que el consumismo masivo llena los vacíos existenciales de las personas en las sociedades modernas, a la vez que se cuida el planeta.  

Los OBV son una propuesta académica que se acaba de crear, y a mi parecer es una gran aportación no solo a la Academia, sino en general a toda la Humanidad. Sin embargo, hace falta que en tal propuesta se incluyan más perspectivas de expertos de todas las disciplinas del conocimiento; que, así como con los ODS, se creen metas más específicas e indicadores con enfoque humanístico que hagan aterrizables y realmente aplicables los OBV a distintos contextos; y que haya mucho más diálogo con las sociedades en su conjunto, y en específico con los grupos vulnerables que se busca proteger, entre ellos los pueblos originarios, pues de lo contrario existe el riesgo que la propuesta solo se quede en la Academia, muchas veces convertida solamente en una élite que crea preceptos universalistas sin considerar realmente las voces de quienes intentan representar y ayudar. Lo anterior no lo digo solamente como crítica, sino también como autocrítica incluso de este artículo de opinión.

La última crítica que tengo a los OBV es el hecho de que, como muchos mecanismos universalistas, fácilmente se puede convertir en un discurso que legitime nuevas relaciones de poder como pasó con los ODS. Y es que el hecho de imponer ciertos parámetros de vida a todas las personas por medio de criterios que pretenden ser universales, como ya pasó con el desarrollo sostenible, sin un consenso antes, que tal vez sea muy idealista de mi parte creer que lo habrá, puede caer en ciertos totalitarismos. Aunque existan OBV como interculturalidad, discriminación positiva o democracia participativa, realmente hace falta exponer esta propuesta a muchos sectores de la población que se pueden ver directamente afectados por su aplicación y si es necesario, renegociar su contenido.

Un ejemplo muy bueno para explicar qué podría pasar si se presenta y aplica esta propuesta sin consenso, es el estudio que Darío Toscano hizo acerca de la implementación del discurso del Buen Vivir en Ecuador del 2007 al 2013, años en los que el gobierno ecuatoriano aplicó el Plan de Buen Vivir en su territorio. No se puede dejar de lado los efectos positivos que eso tuvo en el país, pues “más de un millón de personas salieron de la pobreza y 900 000 de la pobreza extrema, la desigualdad redujo un 10%, la cobertura de servicios básicos se incrementó en toda la nación y se notó una marcada disminución de la situación de pobreza en poblaciones indígenas y afros, así como una reducción de la brecha de desigualdad por género”. (Senplades, 2014, 2017)

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Sin embargo, en el caso ecuatoriano, el discurso del Buen Vivir se utilizó para el control universal de la población por parte del gobierno, el cual presentaba cualquier disidencia, incluso las protestas legítimas a favor de los derechos humanos, o en contra de persecuciones políticas o proyectos extractivistas por parte de los mismos pueblos originarios de los que proviene el concepto del Buen Vivir, como parte de la oposición, se les caracterizaba automáticamente como “una representación de las clases dominantes y hegemónicas que buscaban retroceder en la construcción de un país de justicia, igualdad, derechos y democracia.” (Toscano, 2019, pág. 21)

En este sentido, a pesar de las conquistas ganadas en cuestión de pobreza y desigualdad, el Buen Vivir en Ecuador no significó una ruptura con las relaciones de poder más profundas dentro de la Modernidad, ni un gran avance en cuestión ambiental, pues tal concepto no fue una conquista desde el pueblo ecuatoriano, “sino de los mecanismos de un discurso político para llegar al poder.” (Toscano, 2019, pág. 24) Por ello, es necesario que, si buscamos aplicar mecanismos que buscan ser universales como los OBV en nuestros países lo hagamos de abajo hacia arriba y de forma crítica, “toda vez que se trata de trasladar esa cosmovisión a otras realidades […]siempre buscando hacerlo[…] desde la traducción intercultural”. (Romero Gutierrez, 2016, pág. 188)

Reflexión final

Algo que tienen en común los ODS y los OBV, es que ambos son idealistas, los OBV más que los ODS, los cuales considero que serían el justo mínimo para enfrentar la crisis multidimensional en la que estamos inmersos. Douglas Russkoff, un académico experto en cultura virtual de la Universidad de Nueva York menciona en uno de sus artículos llamado “La supervivencia de los más ricos y cómo traman abandonar el barco”, que un grupo de multimillonarios una vez le pagaron por asistir a una reunión para responder diversas dudas sobre cómo los avances tecnológicos de la actualidad los pueden salvar de afrontar el precipicio ambiental al que nos estamos dirigiendo. Entre estos avances tenemos ejemplos como el de Elon Musk para colonizar Marte, proyectos de “envejecimiento revertido”, como el de Peter Thiel, o proyectos para subir nuestras mentes a supercomputadoras, como el de Ray Kurzweil.

Según Russkoff, los multimillonarios le hicieron preguntas como: “¿Qué región se verá menos afectada por la crisis provocada por el cambio climático, Nueva Zelanda o Alaska? ¿Realmente Google está construyéndole a Ray Kurzweil un hogar para albergar su mente? ¿Logrará su conciencia sobrevivir a la transición, o por el contrario perecerá y renacerá una completamente nueva? Y, por último, un director general de una agencia de bolsa comentaba que estaba a punto de terminar de construirse un búnker y lanzó la pregunta, ¿Cómo conseguiré imponer mi autoridad sobre mi guardia de seguridad después del acontecimiento?”. (Rushkoff, 2018)

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Rouskoff menciona que los proyectos de Musk, Thiel y Kurzweill, contrario al discurso que se menciona en los medios sobre que son proyectos para mejorar la calidad de vida de toda la humanidad, tienen la intención de que la minoría más privilegiada del mundo pueda “trascender la condición humana y protegerse del peligro real y presente del cambio climático, el aumento de los niveles del mar, los grandes flujos migratorios, las pandemias globales, el pánico nacionalista o el agotamiento de los recursos”. (Rushkoff, 2018)

Eso es un gran reflejo del futuro que nos espera sino hacemos nada ante el Antropoceno y las grandes desigualdades en el mundo. Es cierto que en la actualidad los ODS son lo más parecido a un consenso que existe para realizar ese cambio, pero también es cierto que no son suficientes. Muchos autores como Gudynas se hacen la pregunta de ¿es posible un desarrollo sostenible capitalista?, a lo que responden en la mayoría de los casos que no lo es, y yo concuerdo con eso. Y es que “las iniciativas globales no han logrado motivar el cambio de rumbo que necesitamos para que nuestro planeta empiece a recobrar la salud» (Ortúzar Greene). Sin embargo, también es cierto que aunque la transmodernidad y el Buen Vivir aunque pueden ser buenas alternativas a las contradicciones del desarrollo sostenible, se pueden convertir fácilmente en discursos que creen nuevas relaciones de poder, en especial entre los gobiernos y sus ciudadanos como sucedió en Ecuador.

Bauman menciona que “la vulnerabilidad y la incertidumbre de los seres humanos es el fundamento de todo poder político. Los poderes reclaman para sí la autoridad y la obediencia prometiendo a sus súbditos una protección efectiva contra estos dos flagelos de la condición humana” (Dessal & Bauman , 2014, pág. 136). También menciona que “la libertad y la seguridad no pueden sobrevivir una sin la otra por así decirlo, pero tampoco pueden convivir en paz”, por lo que como mencioné al inicio del artículo, vivimos en un péndulo que a veces se inclina hacia la libertad y a veces hacia la seguridad”. (Dessal & Bauman , 2014)

Lo más seguro es que por la gran crisis multidimensional que vivimos, el péndulo en los próximos años se dirija hacia la seguridad, pero desafortunadamente no será a favor de la mayoría como posiblemente se podría hacer con un diálogo consensado, más inclusivo y muy cuidadoso sobre los OBV (considerando que existen aspectos muy controversiales para la “libertad” en el capitalismo como la expropiación de la riqueza de multimillonarios), sino hacia la seguridad de unos pocos a costa de la de la mayoría, a partir de nacionalismos, de individualismo y de grandes desigualdades.

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Por ello creo necesario trascender el concepto de desarrollo sostenible y comenzar a velar por mecanismos como el Buen Vivir. Para eso, los OBV pueden ser un buen inicio, claro, después de que pasen por un diálogo mucho más enriquecedor. Para trascender el desarrollo sostenible, considero más que necesario utilizarlo, así como a los ODS, como “caballo de Troya” para defender el Buen Vivir, pues, como menciona Ortúzar, “pese a las desilusiones, es importante seguir promoviendo iniciativas mundiales donde se discuten políticas comunes y […]aunque por ahora esos espacios no han sido capaces de frenar la crisis ambiental,  […] son instancias donde surgen posibilidades de protesta y de concientización masiva por parte de la sociedad civil global, cada vez más alerta y decidida a defender nuestro ambiente” (Ortúzar, s/f), y yo agregaría, defender a la parte de la humanidad más vulnerable ante el sistema capitalista. Todo esto siempre teniendo cuidado en no imponer y en generar un diálogo intercultural verdaderamente adecuado a realidades locales

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Si he mencionado diversas cuestiones del psicoanálisis en este artículo, no es porque sea experto en ello, disto demasiado de serlo, es porque considero que el estudio del inconsciente y de la forma en la que la subjetividad y psique humanas operan, es fundamental para entender cómo hacer frente a la crisis multidimensional que toda la humanidad enfrenta. Sigmund Freud menciona en “El Malestar de la Cultura”, una de las más grandes obras del Siglo XX, tres causas fundamentales del sufrimiento del ser humano: “la supremacía de la Naturaleza, la caducidad de nuestro propio cuerpo y la insuficiencia de nuestros métodos para regular las relaciones humanas en la familia, el Estado y la sociedad” (Freud, 2010, pag. 26). Más allá de eso, Gustavo Dessel agrega una cuarta causa a ellas: “la intensa e incontrolable fuerza que el hombre encuentra en sí mismo”. (Dessal & Bauman , 2014, pág. 25)

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Una de las promesas de la Modernidad es sacar a los seres humanos de esos sufrimientos a partir de la ciencia y la tecnología, y, a decir verdad, ha logrado grandes avances para poder entender y “domar” la naturaleza, para poder superar la debilidad de nuestro cuerpo y alargar nuestra esperanza de vida. Sin embargo, más allá del hecho del Antropoceno causado por esa visión utilitarista de la naturaleza y de las grandes desigualdades tan discutida en éste artículo, está el hecho de que como menciona Dessel, Freud tenía una desconfianza en general en la promesa de la «libertad» que la razón nos confiere para lograr un completo bienestar psíquico de los individuos, y creía que el progreso moderno no podría resolver la cuarta causa del sufrimiento en los seres humanos.

Ruskoff menciona que la actual tendencia hacia una utopía “transhumanista”, que busca trascender “el cuerpo, la interdependencia, la compasión, la vulnerabilidad y la complejidad” (Rushkoff, 2018), en realidad busca reducir toda la realidad a datos, datos que buscan ser interpretados y procesados de la misma forma que se ha hecho desde la creación del proyecto moderno. En esa visión se nos ve a los humanos como simples procesadores de información, y se ve a la tecnología como la resolución de todas esas repercusiones sociales, económicas, medioambientales e incluso psicológicas que nos están llevando hacia un laberinto sin salida.

A mi juicio, el destino de la especie humana será decidido por la circunstancia de si -y hasta qué punto- el desarrollo cultural logrará hacer frente a las perturbaciones de la vida colectiva emanadas del instinto de agresión y de autodestrucción. […] Nuestros contemporáneos han llegado a tal extremo en el dominio de las fuerzas elementales que con su ayuda les sería fácil exterminarse mutuamente hasta el último hombre. Bien lo saben, y de ahí buena parte de su presente agitación, de su infelicidad y su angustia»

-Sigmunt Freud

Más allá de lo gravísimo del hecho que los multimillonarios ya estén buscando como “abandonar el barco” para superar esa infelicidad y angustia que les da el seguir con este sistema completamente autodestructivo, mientras dejan a la mayoría de las personas en la Tierra a sufrir de un destino terrible, tal cual Elysium, está algo que me llama mucho la atención. Y es que siempre en todas las películas y series que retratan sociedades futuristas, como Black Mirror, Upload, La Dimensión Desconocida, etc., se muestra que ni siquiera los más afortunados que “abandonan el barco”, que disfrutan de todos los avances científicos y tecnológicos, pueden superar del todo esa cuarta fuente de sufrimiento mencionada por Dessal, pues como él mismo menciona, todo a lo que creemos renunciar, retorna de formas insospechadas a nuestro inconsciente. 

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Para ello el psicoanálisis y en general la psicología son fundamental, pues nos hace ver las particularidades de la subjetividad humana, y nos ayuda a reconciliar a cada individuo “moderno” con esa inconveniencia incurable del vacío existencial con la que debería aprender a vivir en lugar de que, por querer superar esa realidad psíquica, creé nuevos mecanismos que lo lleven a la autodestrucción al querer confrontar y superar a la naturaleza o que fomenten más desigualdades con sus pares. La impotencia de no saber qué hacer ante el sufrimiento nos lleva a la melancolía y el odio, pero el hecho de saber que existe una imposibilidad de eliminar por completo ese sufrimiento, “nos confiere lucidez, para poder actuar a partir de ella, e inventar formas no estandarizadas de dar respuestas a las preguntas a las que se ha intentado silenciar aplastándolas con los ideales de la normalidad”. (Dessal & Bauman , 2014, pág. 136)

Boaventura de Sousa Santos menciona que, en periodos de transición como en el actual, es necesario voltear a cosas simples, formular preguntas simples, que “como Einstein acostumbraba a decir, sólo un niño puede hacer pero que, después de hechas, son capaces de trazar una luz nueva a nuestra perplejidad”. (Sousa Santos, 2014, pág. 18) En ese sentido, yo te planteo la pregunta de, ¿ahora que sabes sobre la imposibilidad de la felicidad prometida por la modernidad, renunciarías a la “libertad” que te provee el sistema actual para buscar seguridad de la mayoría de las personas y del planeta a partir de mecanismos como el Buen Vivir?

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Fuentes:

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[1] Michel Foucault, un sociólogo muy importante, en su libro “El orden del discurso”, habla acerca de los discursos, definidos como “una serie de postulados que gracias a un contexto y momento específicos crearon interconexiones vinculando elementos interdependientes y autónomos dentro de un mismo marco de sentidos y significados articulados” (Toscano, 2019).  Tales discursos están controlados, seleccionados y redistribuidos “por un cierto número de procedimientos que tienen por función conjurar los poderes y peligros, dominar el acontecimiento aleatorio y esquivar su pesada y temible materialidad”. (Foucalt, 1992, pag. 14)

Eso significa que los discursos están controlados y legitiman relaciones de poder dominantes, y estos, contrario a lo que normalmente pensamos sobre el poder que siempre se reproduce de forma “vertical”, es decir, necesariamente de arriba hacia abajo y por medio de coacción, se reproducen de forma horizontal, por lo que se normalizan en todos los sectores de las sociedades y se reproducen también desde abajo, convirtiéndose en “gestos y prácticas que produce efectos” cotidianos en nuestra vida.

Los discursos legitiman el poder e institucionalizan el “saber”, creando una “política general de verdad”, la cual determina lo que conocemos como verdadero y lo correcto y la cual también deslegitima los discursos alternativos, creando un “sistema de exclusión de carácter histórico, modificable e institucionalmente coactivo”. Desde todo este entramado teórico podemos analizar el desarrollo como un discurso, un discurso que surgió despues de la Segunda Guerra Civil para dividir a países desarrollados y subdesarrollados a partir de la medición de ciertos “lineamientos, mecanismos, ideas y programas (políticos, económicos, administrativos y sociales) para superar la condición de pobreza y desigualdad que impedían el cumplimiento de los valores esenciales de una sociedad moderna y civilizada: derechos humanos, libertad y democracia”. (Toscano, 2019, pág. 2)

[2] “Detener la pérdida de biodiversidad de ecosistemas, de biodiversidad de especies y de biodiversidad genética, acomodando al mismo tiempo la huella ecológica humana a la biocapacidad del planeta” (Hidalgo-Capitán, García-Álvarez, Cubillo-Guevara, & Media-Carranco, 2019, pág. 28)

[3] “Reducir los niveles de desigualdad de capacidades y oportunidades de la población mundial, entre países, regiones, territorios rurales y urbanos, etnias, confesiones religiosas, clases sociales, géneros, identidades sexuales y personas, así como los niveles de desigualdad de bienestar social alcanzados” (Hidalgo-Capitán, García-Álvarez, Cubillo-Guevara, & Media-Carranco, 2019, pág. 28)

[4] “Aumentar los niveles de satisfacción de las personas con su propia vida, en sus diferentes contextos territoriales, y reducir, al mismo tiempo, la distancia entre los niveles de satisfacción de las personas más satisfechas y las personas menos satisfechas” (Hidalgo-Capitán, García-Álvarez, Cubillo-Guevara, & Media-Carranco, 2019, pág. 30)

[5] “Consideremos el caso de algunos países latinoamericanos. Frente a los postulados de una reducción de la economía es necesario analizar los efectos sobre los sectores populares, donde hay una alta incidencia de la pobreza. ¿Deben contraer todavía más su consumo? Está claro que existe un segmento se consumo suntuario en América Latina que debe ser combatido, pero hay amplios sectores que se encuentran en niveles de subsistencia y sumergidos en la pobreza, donde cualquier mejora en su calidad de vida para por aumentar su consumo de bienes y servicios, posiblemente genere crecimiento. En el caso de las economías latinoamericanas el problema no está en “achicarse”, sino en un reordenamiento sustancial de su estructura productiva, sus patrones de consumo, y su inserción internacional. Una salida alternativa implica que algunos sectores se deban reducir, pero hay otros que tendrían que expandirse, como por ejemplo, ampliar la infraestructura en saneamiento, educación o salud” (Gudynas, 2011, pág. 89)

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